23 de April de 2024

Por la Espiral

*Claudia Luna Palencia

Nadie sabe a ciencia cierta qué pasará con las inmediatas relaciones comerciales en el contexto internacional, no después de  que la caja de Pandora de la gran incertidumbre haya sido abierta vorazmente por Donald Trump. Y todavía no gobierna.

Si la diplomacia norteamericana ha levantado uno que  otro rifirrafe gracias a los comentarios desmedidos de Trump desde su nueva Oficina Oval, léase su cuenta de Twitter, podemos aventurar que  los mejores años del libre comercio y de la reducción de sus cláusulas han quedado atrás.

¿Cuántos años y cuántas rondas necesitaron el GATT y la OMC para construir un mundo menos beligerante en el terreno comercial mucho menos agresivo y lesivo sobre todo para las economías emergentes atadas  a las divisas provenientes de sus materias primas?

            Vaya, y ahora así nada más todo se irá al garete. La historia belicista de nuestro mundo está hilvanada con punto de cruz  e hilo rojo tintado en sangre por las enormes disputas territoriales y del control de las aguas precisamente relacionadas con el trasiego de las mercancías.

            El dominio de las rutas ha confrontado a los seres humanos miles de veces existen vastos pasajes en nuestros libros que  testifican parte  de esos vicios y de dichas pugnas; las mismas Cruzadas tuvieron un enorme motivo comercial.

            Que se regulara el comercio internacional bajo un determinado criterio de normas como si fuera una especie de código de buena conducta a fin de evitar la vuelta a las armas,  fue de alguna forma uno de los resortes impulsores del GATT además en  un contexto lábil posterior a la Segunda Guerra Mundial.

            Digamos que construir un control de juegos multilateral no ha sido nada fácil menos con actores fundamentales de piel proteccionista, ariscos a los roces y dispuestos a los arañazos cuando les incomoda  la competencia. Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania son de naturaleza proteccionista y en algunos se mezcla con el sentimiento de lo localista lo que presupone una doble barrera para las relaciones comerciales externas.

            Las economías que se han quedado con la añeja mentalidad de la posesión del protectorado, de su propia Commonwealth y pretenden seguir orbitando en un neocolonialismo, lo único que provocan es resucitar los cadáveres de las trabas y las barreras arancelarias. Hacer más densas, tensas y tirantes las relaciones entre los países.

            Y aquí lo pagan los de siempre: los mismos países dependientes y monodependientes de las materias primas que  por desgracia no han logrado dar el salto cualitativo en pro del valor agregado, de la diversificación de sus  productos competitivos en el mercado mundial.

            Lo que David Ricardo esgrimió a favor de las ventajas comparativas muchas veces se ceban en la práctica cuando se trata de modelos de exportación monodependientes.

            Para más inri lo vemos con el comportamiento de los commodities, no hay una ventaja real ni lineal en ser productor y exportador  de algodón o de maíz o de oro o de cobre. Fluctúa más en el mercado internacional la cotización de las materias primas que el precio de los automóviles.

A COLACIÓN

            Hablando de comercio, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte de una nueva caída en las exportaciones de América Latina y el Caribe, la cuarta consecutiva al hilo.

            En el informe “Estimaciones de las tendencias comerciales de América Latina y el Caribe”, el organismo anticipa que la evaluación de 2016 en el renglón exportador será nuevamente negativa para la región con una contracción del 6 por ciento.

            ¿Qué está pasando? Primero que nada que sus ventajas comparativas por la producción innata de sus insumos está cada día más encajonada por las fuerzas del mercado; segundo, la inestabilidad en los commodities les ha pasado larga factura; tercero, China ha ralentizado su crecimiento económico; y cuarto, Estados Unidos intenta amacizar su recuperación.

            Si Trump termina levantando sus cortinillas de aranceles y recrudece  la política comercial de la Unión Americana, pues tampoco el panorama será del todo favorable para romper la mala racha de las exportaciones de la región.

            ¿Nos cruzamos de brazos? NO. En columnas pasadas he defendido que la llegada de Trump a la cúspide del poder político en Estados Unidos debe servir de experiencia de cambio y no retorno para que transformemos lo que nos hace visiblemente vulnerables.

@claudialunapale