1 de May de 2024
Dos mujeres acusan a un embajador mexicano de haberlas acosado
CirculoDigital Nacional

Dos mujeres acusan a un embajador mexicano de haberlas acosado

Feb 27, 2018

Ciudad de México a 27 de Febrero (MENSAJE POLÍTICO / CÍRCULO DIGITAL ).-Una periodista y una abogada aseguran haber sido acosadas por el actual embajador de México en los Países Bajos, Édgar Elias Azar, cuando él era presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.

Ambas mujeres acudieron a dos reuniones distintas a la oficina de Elías Azar en Plaza Juárez, frente a la Alameda Central de la CDMX, y ambas narraron que recibieron comentarios lascivos de parte del entonces presidente del Poder Judicial capitalino.

‘¿Qué opinas de ser la novia del presidente del Tribunal?’

Una mañana de febrero de 2014, entre las 7:30 y las 8:00 horas, la abogada penalista Ana Katiria Suárez fue recibida por Édgar Elías Azar en una oficina que está frente al Hemiciclo a Juárez, en el centro de la Ciudad de México, contó en entrevista a BuzzFeed News México.

La abogada, quien describió este episodio previamente en su libro «En legítima defensa«, recuerda que cuando la invitó a pasar a su oficina, el entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México estaba acompañado de otro hombre. El primero en hablar fue Edgar Elías Azar.

«La primera palabra que escuché de él fue al señalarme el cuerpo de pies a cabeza diciéndole al otro caballero ‘Mira, ¿no que no venían muñequitas lindas a verme?'», comentó Suárez. «Yo me sentí muy, muy agredida, muy incómoda».

El otro hombre abandonó el lugar apenado, según la abogada. «En cuanto cerró la puerta de esa oficina pensé lo peor. Lo que pensamos todas las mujeres profesionistas en este país: ‘Tienes que aguantar'».

Ana Katiria Suárez era la abogada de Yakiri Rubio, una joven encarcelada por defenderse de su violador. Ese día frente a la Alameda, ella estaba ahí para hablar de las irregularidades del caso.

Suárez recuerda que después de escuchar ese comentario de Elías Azar, apretó las manos y él subió el volumen a la música clásica de su oficina que olía a café.

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