16 de April de 2024
Con el peñato el país perdió la esperanza
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Con el peñato el país perdió la esperanza

May 2, 2016

OPINIÓN

*FRANCISCO RODRÍGUEZ

¿Qué pasó con el sistema político mexicano? ¿Por qué hemos caído tan bajo? ¿Qué banda de rabihorcados y treparriscos, pájaros de cuenta, se hicieron de los puestos de mando con el único objeto de no dejar piedra sobre piedra?

En México se ha perdido el secreto de la esperanza. Hemos llegado al fondo de un país saqueado y burlado por sus dizque gobernantes. Estamos, como Dante Alighieri, el autor de La Divina Comedia, cuando, conducido por su poeta preferido, Virgilio, se topa con la inscripción en el dintel del portón de la entrada al Infierno.

En el Canto Tercero de la obra, el Dante refiere estar inscritas en ese lugar las palabras: ¡Oh vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza”. Virgilio remata: “Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verás a la dolorida gente que ha perdido el bien de la inteligencia”.

Nunca habíamos llegado al abismo de la ingobernabilidad

 Así se ha perdido en México todo el sentido, la brújula y el timón de un aparato político que fue emblema de desarrollo, paz y justicia, estabilidad y manejo inteligente de la cosa pública, porque tiene buen rato que lo que llamamos país está manejado desde la sospecha… y la comprobación del despojo, la traición y la entrega de la soberanía nacional.

Ni en sus momentos más execrables, el sistema mexicano llegó, como ahora, al abismo de la credibilidad, la ingobernabilidad y la pérdida de la confianza ciudadana. El sistema fue alabado, pero también muy criticado por los luchadores sociales de los últimos noventa y cinco años. ‎Lo peor, es que esos hombres y mujeres tenían razón.

Dos Méxicos: uno dizque moderno, otro en la desgracia

Al sistema político, anterior a la época de las “sustituciones”, no de alternancias, de partidos en el poder, se le acusó, con justicia, por haber optado por un modelo que yo llamo de modernización horizontal, sustentado en una gran concentración de riqueza para unos pocos, lo que produjo dos Méxicos :uno, aparentemente moderno; el otro, en la desgracia.

‎Se le juzgó, en los medios críticos, de haber perdido los puntos de referencia de nuestra identidad como pueblo: desde que los intolerantes acomplejados masacraron a quienes sólo pedían elementales respetos a las diferencias sociales y abogaban por la apertura política y social. Los genízaros sin escrúpulos liquidaron toda esperanza.

La ‎desregulación normativa, la entrega sin cuartel a los financieros del exterior, la apertura comercial indiscriminada y el esquema de privatización de empresas productivas estatales, sepultó la capacidad de mejorar el nivel de vida de las clases más necesitadas. Su resultado fue la nefasta dependencia crónica, en todos los terrenos.

Antes, los gobernantes sólo perdían el equilibrio emocional

Con estricta justicia, se le atribuyó al sistema, a sus clases administrativas perfumadas, recomendar la vía inflacionaria y el endeudamiento bestial provocando el desplome monetario e incurrir después, para subsanar errores, en acciones demagógicas, como la nacionalización de la Banca, para volverla a entregar, ya saneados sus créditos, a los antiguos concesionarios.

Se le acusó de sustituir y desplazar a los operadores políticos y sociales, para sustituirlos por patancitos y simuladores de toda laya, que siempre se escudaron en títulos supuestamente adquiridos en universidades extranjeras, cuyas recetas no tenían nada qué ver con nuestra realidad.

Se le juzgó porque sus gobernantes habían perdido el equilibrio emocional, dejándose arrastrar por degradantes instintos, tratando de imponer candidatos a puestos de elección popular, que ni eran, ni parecían, descomponiendo el escenario nacional al reclamar triunfos no obtenidos y asumir derrotas no sufridas, ni asimiladas.

No renovaron los rostros de los luchadores sociales

Se le cargó acabar con liderazgos regionales para poder desmontar la producción industrial y agropecuaria. De no entender que todo acto de gobierno supone una ley previa y de ambicionar, a todo costo, que fuera la realidad la que se ajustara a reformas precipitadas, impuestas desde el interior del aparato para cumplir caprichos de agencias e infiltrados internacionales. Para «pagar» la deuda de su imposición.

Se le adjudicó la incapacidad para impulsar redes informales de poder, con rostros desconocidos por los procónsules e indispensables para la negociación con poderosos aparatos extranjeros de dominación.

Se le culpó de que no se renovaran, ni promovieran esos nuevos rostros en la lucha social del magisterio, las sociedades políticas secretas del sistema, agraristas, sindicalistas y acreditados nacionalistas, que fueron la base de nuestra sobrevivencia como Nación.

Los errores fundamentales y la traición, son los extremos de la pinza en la que se ha sacrificado la naturaleza autoritaria y despótica de un sistema político que apenas funcionaba, pero que sobrevivió setenta años y tomó sus propias decisiones, a pesar del coraje social de sus detractores.

Antes mal, pero hoy en el peñato la situación peor que nunca

Empero, nunca en toda la historia ha sido tan gravemente reprobado el sistema político mexicano como en nuestros días. Los niveles de aceptación de sus mandatarios, jamás bajaron de un cincuenta por ciento, a población abierta.

El peñato no tiene punto de comparación, en su caída vertiginosa y libre, con ningún otro régimen político del Siglo Veinte, por decir lo menos grave.

Ni en los momentos de mayor ignorancia de los doce años del infausto panismo. Ni durante la traición zedillista, ni bajo el codicioso y voraz salinismo-cordobismo, ni en los momentos más pasmados y grises de Miguel de la Madrid, ni en la frivolidad descastada del lopezportillismo…

… ni durante la noche demagógica del echeverriato, ni en el gorilato diazordacista, ni en la fanática ambición desaforada del alemanismo, ni durante el catatonismo avilacamachista, ni con los badulaques del Maximato, fueron tan demolidos, tan demoledoramente destruidos…

… por la opinión pública, como lo han sido los miembros, todos, de la llamada tolucopachucracia del peñato. Los mexiquenses representan el mayor fraude político, económico y social de los últimos cien años.

‎Nadie, ningún régimen conocido por los mexicanos, ha sido tan brutalmente desnudado en sus objetivos de rapiña descomunal. Nadie había sido señalado por llegar al poder con el único target de robar. Nadie, como esta claque de pasmarotes en el poder, había pasado sin dejar huella de obra alguna.

Nunca habían saqueado todos al mismo tiempo. Ningún régimen, como el Atracomulca había sido preparado maquinadamente para destruir al país y burlarse de sus dolorosos saldos, para entregar el cadáver a los extranjeros.

¡Nunca, nadie, había enterrado toda esperanza!

Índice Flamígero: Es escandaloso el dispendio de la campaña del priísta Héctor Yunes Landa tan sólo en anuncios espectaculares con los que tiene inundadas las principales ciudades y carreteras veracruzanas. No se queda muy atrás su primo, el ahora panista-perredista Miguel Ángel Yunes Linares con un gasto exagerado prácticamente similar. La única diferencia –si la hubiere— entre ambos es que el llamado “Yunes rojo” aparece fotografiado, en varios de esos anuncios, rodeado de niños, lo que definitivamente no puede hacer el “Yunes azul amarillento”, por razones conocidas por todos. + + + Y en Aguascalientes, todo indica, ya encontraron el hilo de la madeja que representará la derrota de la candidata (de Beatriz Paredes) priísta, Lorena Martínez. Y ese no es otro que el repudio popular al candidato a la alcaldía de la capital estatal, misma que en esa ciudad-Estado representa el 90% del padrón. + + + En el resto del planeta hoy se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Aquí sólo nos alcanza para festejar a los albañiles en su día. ¡Felicidades!